"Me comentó en una ocasión, con
los ojos rojos, que estuvo unos días en el hospital y al volver varios chiquillos
se acercaron, tímidos, a su casa para preguntarle que si ya estaba bueno y le
dijeron que se alegraban. Aquello le llegó al alma. En otra ocasión una niña,
una mujercita, acogida en su casa le dijo: “ Pepe, ¿puedo decirte papá? “. Aquello
le compensó de todos los esfuerzos, sinsabores y sacrificios que estaba
soportando.
-
Simultáneamente a toda esta batalla, desarrollaba los trabajos profesionales
que le salían dando cochazos de taller
en taller y de pueblo en pueblo porque al monstruo, la fábrica en reconversión,
había que mantenerlo. Había que pagar la luz, el agua, la basura, el IBI …
-
Y de cuando en cuando hacía una parada para nuestras gachas junto a los
leños encendidos, dándole vueltas al de dónde venimos … y qué tenemos que hacer aquí. Cuando yo aparecía por allí lo dejaba todo.
Siempre que lo llamé vino. Siempre que me llamó fui.
-
“ Pepe, ¿no te das cuenta que al
día siguiente de tú “ estirarla ” tu familia va a poner aquí el cartel de SE VENDE? - le
dije una noche junto a la
chimenea casi compadecido por tanto esfuerzo - . Mi familia hará lo que quiera ,
contestó, pero he decidido que esta casa
tiene que ser útil para los que lo necesitan sea como sea. No podemos estar mirándonos el ombligo
mientras otros tienen necesidades por cubrir: “POR SUS FRUTOS LOS CONOCEREIS”. Y
desde entonces ese fue su lema.
Me equivoqué. Paqui y sus hijas
han respetado su voluntad a pesar de hacerles falta el dinero.
Sus hijas, las niñas, de las que hablaba y a las que quería con pasión, cuando
crecieron acudían junto con su madre periódicamente al pueblo y le
“escamondaban” todos los rincones de la casa. De la casa grande, el caserón con
sus apartamentos en el patio, y de la casa chica : la de arriba, la de la terraza,
la de la chimenea y las gachas, la tabla y el cartón. Le señalizaron con
carteles y dibujos las diferentes estancias y escribieron y enmarcaron las
normas de comportamiento y convivencia de la institución, que colocaron en los
lugares adecuados. Le ayudaban en todo.
En una ocasión a Pepe se le
ocurrió montar una especie de verbena en el patio para “allegar fondos”. Y puso
a trotar a toda su familia: Todos de camareros. Compró cien kilos de sardinas y
puso carteles anunciadores por el pueblo diciendo que las sardinas eran gratis.
El personal se hinchó de sardinas y a continuación se fueron a beberse la cerveza y la coca-cola
en sus casas que les salía más barato. Beneficio total del “evento”: 2000 pesetas de la época =
12´02 euros actuales.
Punto y aparte merece Paqui ,
como ya he dicho, su mujer:
Pacientemente lo esperaba en
Málaga los fines, y muchas veces no fines, de semana y lo atendía con total
entrega porque llegaba cansado y lo quería muchísimo. Se querían
entrañablemente. Cuando después de irse Pepe he hablado con Paquí, he notado
que se asfixiaba y teníamos que cortar la conversación. Menos mal que le ha
quedado el refugio de sus hijas y, sobre todo, de los nietos, entre los que
está Pepito que maneja las herramientas como su abuelo. “Las niñas” también lo
han pasado, lo están pasando, mal muy mal porque sentían verdadera adoración
por su padre.
Paqui también batalló lo suyo en la casa : Cuando Pepe empezó a llevar
grupos de niños, ella se destrozaba cortando, preparando y cocinando verduras
para en el primer plato darles un alimento natural y sano. Y educarlos en
alimentación como era el deseo de Pepe. Pero los niños decían que “turulú” , se
comían las patatas fritas con las salchichas del segundo plato y dejaban la
sopita para el matrimonio y sus niñas, que tenían que crecer fuertes mediante
una alimentación saludable. La
“inritación” de Paqui no es difícil de imaginar. Las niñas ayudaban a su madre
contínuamente en servir las mesas y en los fregoteos posteriores.
- Y apareció Mariló, que fue un
descanso para Paqui y ayudó en todo :
.
Organizaron la Casa de Acogida
para atender personas en riesgo de exclusión social.
.
Crearon el Centro Especial de
Empleo para dar formación profesional
a los acogidos, al mismo tiempo que recuperaban los oficios artesanales de la
comarca a través de los talleres Arte de mis manos Al-Andalus . Todo
ello enmarcado en la Fundación Escuela de Solidaridad (FES).
-
Cuando los saharauis que tenía acogidos le contaron a Pepe que en su
asentamiento del desierto bebían agua caliente, “se plantificó” en el Sahara
con la intención de resolverles, con su ingenio y buena voluntad, este
problema. A punto estuvo de irse al otro mundo como consecuencia de una bajada
de tensión debida al calor.
No solo saharauis acogía en su
casa sino personas de todo tipo y condición procedentes de cualquier parte. En
una ocasión me señaló desde lejos a un niño de catorce o quince años que
acababa de llegar y me dijo que había atravesado el Estrecho en los bajos de un
camión. Pretendía que todos formaran una familia. Todos lo respetaban y querían
y él los quería a todos y a todas, como se dice ahora. Usaba un método de “enderezamiento”
disciplinario rápido: El bocinazo, que era efectivo y lo aceptaban porque,
cuando lo daba, tenía razón. Antes les había razonado la cuestión, pero no se
habían enterado o no se habían querido enterar.
A veces tuvo que resolver y vivir
casos difíciles, muy difíciles, dificilísimos. En una ocasión, una de tantas, no
mucho antes de dejarnos, lo llamaron desde el pueblo diciendo que uno de sus
“pupilos” estaba “montando un pollo” y no había conseguido reducirlo ni la
Guardia Civil. Allá que fue, como un cohete, Pepe Bravo y a punto estuvo de
convertirse él mismo en un “excluido social definitivo”. Me enseñó el cuerpo
lleno de moratones como consecuencia de la contienda, y se salvó porque, como
él presumía, en fuerza no le ganaba nadie. Redujo al insurrecto y se lo llevó
para la Casa. Como en las películas del Oeste. Mariló también “ha disfrutado”, a
título personal, este tipo de “temas”. Y
sin embargo continuaban. Continúan. Cosas de la vocación.
Todos los residentes lo han
echado, lo echan, mucho de menos y han sentido su ausencia en el fondo de su
corazón . La Casa, sin sus voces y continuas subidas y bajadas de escaleras, se
ha quedado huérfana.
- El Ayuntamiento de Alozaina destacó públicamente en vida la labor social
de Pepe Bravo y le entregó un título honorífico de reconocimiento.
-
Y se fue.
-
APUNTES:
- La
aparición de Mariló fue casual, pero quizás no tan casual. De una cosa no me
cabe duda con respecto a Mariló: Que si un día, por cualquier circunstancia, se
va de la casa, se irá con una maleta
(aunque no sé si tiene maleta) o una bolsa de plástico con sus trapos. Ese
habrá sido el resultado material de sus esfuerzos, entrega, sinsabores y
desvelos. Refiriéndome a ella le decía yo, admirado, a Pepe Bravo : “Esta es tu
casa Pepe, pero Mariló está aquí a palo seco”. Lo siento por su madre .
- Al irse Pepe se presentó Carlos,
un trotamundos benefactor Premio Nacional del Voluntariado que, cuando conoces
lo que hace, te quedas perplejo por increíble. Es una gran ayuda para la casa
y para otras muchas comunidades y
personas. Gestionó el traslado a Bolivia de un gran número de grandes y pesadas
máquinas de confección de Pepe Bravo,
con las que se ha montado un taller que ha liberado del trabajo esclavizado e
inhumano en las minas a mujeres que no tenían otro medio de vida.
- También apareció Alejo. Su
colaboración y manejo de Internet está siendo muy positiva. Continuamente nos
está recordando que LA CASA DE PEPE BRAVO está necesitada de todo tipo de ayuda
para subsistir y nos informa sobre las actividades que se celebran en ella para
poderse mantener.
-
Tengo que destacar, una vez más, el espíritu de colaboración y ayuda que
en todos los sentidos viene desarrollando la familia de Pepe Bravo, su esposa e
hijas, a favor de la Casa de su padre
para que perviva su obra como era su deseo.
Y una curiosidad final:
Todos los que conocimos a Pepe
Bravo hemos sentido mucho su ausencia,
pero no me resisto a destacar la reacción de su perro: Joven, fuerte, alegre,
vivaracho, nervioso, cariñoso. Cuando
nos sentábamos Pepe y yo junto a la lumbre delante de la chimenea, toda su
ilusión se centraba en meter la cabeza entre el brazo y el costado de su amo.
Para hacerme una demostración de la tendencia, habilidad y fuerza del perro,
Pepe apretaba fuertemente el brazo sobre su costado. Y el animal, con una
fuerza increíble, lograba introducir el
hocico venciendo la resistencia y, con
la cabeza ante el pecho de su amo, lo miraba con una extraordinaria alegría y
brillo en los ojos al mismo tiempo que movía el rabo.
Algún tiempo después de irse Pepe,
no mucho, volví por Alozaina y encontré
al perro cambiado como de la noche al día. Era una luz que se había apagado.
Estaba delgado y profundamente triste a pesar de recibir más atenciones y
cuidados que en vida de su dueño. Era un alma en pena que deambulaba
entristecido y ausente por la casa como si fuera un zombi.
Dieciocho meses después que el
amo se fue el perro. ¿ Estarán juntos de nuevo ?.
ANDRES
Junio de 2012."