miércoles, 8 de agosto de 2012

Una forma distinta de flipar


Desde hace algunos meses, Antuan y yo tuvimos la oportunidad de conocer el Proyecto de Arte de Mis Manos y la Casa de Acogida de Pepe Bravo, en un par de ocasiones fuimos a dos comidas que organizamos.
Se trata de una familia poco convencional, pero quizás por esa misma razón, logran la extraordinariedad.
Teníamos ganas de volver a verlos, la mayoría no nos ponían caras, no se acordaban de nosotros porque siempre habíamos ido en grupo. Ésta última vez, teníamos previsto pasar un fin de semana como voluntarios, echándoles una mano en la lavandería y organizando su almacén, todo de cara a los campamentos de los niños que esperaban durante el mes de agosto.
Al final, no sé ni cómo, pero nos vimos montando y desmontando una barra de bar en mitad de las fiestas de Alozaina, intentando hacer de camareros, y atendiendo con una alegría impresionante a los vecinos y visitantes que pasaban por allí para beber o probar alguna cosa de cocina. Todo para intentar ganar algún dinero que les pueda servir de sustento a la Casa de Acogida.
El calor me sienta fatal, me baja la tensión y hasta me pongo de mal humor… con este perfil que me define en pleno verano, tampoco sé cómo pero allí no aparecieron esto síntomas. Sentía algo mucho más potente que mi bajada de tensión.
Flipé cuando me levantaba  y compartía un desayuno en la mesa enorme de esta familia que casi no conocía , pero cuyas sonrisas iluminaban el resto del día.
Flipé con la energía que nos movía a todos  y cada uno de nosotros por montar la barra cada mañana, y desmontarla cada tarde o noche.
Flipaba por intentar ayudar en el laberinto de una barra de feria , que en la vida me hubiese planteado, no sé ni distinguir una marca de wisky de la de vodka. Tanto, que hasta servía el wisky con limón…. No tenía ni idea.
Flipaba por tener tantas ganas de que aquel esfuerzo resolviera algo.
Flipé conociendo a parte de la familia de Pepe Bravo y  a Lucía y Pepito, dos criaturas que rebosaban inocencia y arte, a Carlos, a Antonio, a Fran y a su chica, a Carmen,  a Margarita, a Eddy y Lina.
Flipé saboreando los manjares que prepararon en la pequeña cocina de la barra, Clara, Manchú, José Carlos y Kike.
Ya en la Casa, me divertí con Rambo, tomé el té moruno que prepararon y sirvieron, saboreé el gazpacho de Milagros, dormí en las camas-litera, y con todo ello, flipé.
Me emocioné charlando con Mariló, me apuré cuando supe que los resultados económicos después de tanto esfuerzo no estaban siendo los que esperábamos, pero aún así, flipé con las caras, los gestos y las sonrisas que me devolvía esta familia tan extraordinaria.
Pero, ¿sabéis cual fue el mejor de los momentos que viví?, el ver la cara de Fran, uno de los chicos que viven en la Casa, cuando le dediqué una canción de Triana que  cantaron e instrumentaron los miembros de la orquesta que amenizaba la fiesta en la plaza del Ayuntamiento. Sabía que ese grupo le encantaba a Fran. Su expresión, su cara, su sonrisa…. entonces él flipó, y  como no!!! el momento y el sentimiento retornó!! de nuevo la voluntaria requeteflipó!!

Das y recibes mucho, mucho más. Rompe las leyes de la economía!!!
Gracias a todos por darme tanto, a ti Antuan, muchas más, por acompañarme en este viaje tan extrarordinario.!!

Mª José

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias también a vosotros. al leer lo que has escrito mis lágrimas han brotado de mis ojos. La energía fue compartida, el sentimiento y el flipe.
Gracias de nuevo y un fuerte abrazo para todos los que nos habéis apoyado en este evento; sin vosotros hubiera sido imposible