Pepe Bravo, en su inquietud por enseñar, no paraba de repetir una y otra vez que quería transmitir todo lo que él sabía. Y es como si esa intención continuara en el espacio y en el tiempo; y como si por esta inquietud incesante, no parasen de llegar personas ansiosas por aprender y compartir.
Esta vez el curso ha sido impartido por Fernando Bernal. Y como de costumbre llega el grupo de alumnos y alumnas, que más que aprendices, parecen todos conocedores de un saber universal que comparten tanto en el plano teórico como en el práctico, y mientras lo hacen, se forma un grupo de autoyuda y andamiaje para todos.
Y de nuevo, como viene sucediendo y afortunadamente, aparecen más terapeutas, que quieren participar de este movimiento. Un movimiento que ayuda a esta casa y a los que de forma directa o indirecta participan en él. Dentro de esta línea, y sin esperarlo llega una figura un tanto especial: es el lama tibetano, con su corazón puesto en sus manos, y con una actitud de confianza y alegría propia de los niños. Y con él la propuesta de venir a impartir un seminario y algún curso de yoga en los que participarían monjes suizos.
Por la noche, y después de un curso, tan intenso que a todos resulta extraño la hora que es, Alejo propone caminar, y así la mayoría hacemos un recorrido de casi una hora, en la que se mezclan las piaras de cabras de vuelta a sus corrales, la puesta de sol entre las montañas y la bajada por el pueblo entre las luces de la farola que nos iluminan el camino. Luego, y de entre todas las alternativas que te ofrece la vida, todos sentados en círculo, iluminados nuevamente, pero en esta ocasión por la luz de la vela, cerramos la velada del sábado entre cuentos, chistes, anécdotas y risas reconciliadores del sueño que nos hará reponernos para la nueva jornada.
1 comentario:
Muchas gracias por la labor que realizais. Un abrazo.
Juan M.
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