lunes, 7 de mayo de 2012

De comida en Casa Pepe Bravo

Ayer tuvimos la suerte de poder acoger a 50 comensales en una comida organizada por un grupo de amigos de Vélez-Málaga. Fue un día gozoso, no sólo por la alegría y vida que respiraba la casa, sino porque estas visitas sirven para generar dinámicas muy positivas en la preparación y atención a los visitantes. Os reproducimos, las reflexiones que uno de nuestros visitantes nos acaba de hacer llegar:

"Ayer comimos en un oasis. A pesar de lo complicado de la fecha, por las comuniones y el día de la madre, abarrotamos el enorme salón-museo de la Casa de Pepe Bravo en Alozaina. Y digo que comimos en un oasis, porque con los tiempos que corren, es raro encontrar momentos y sitios en los que la crisis, el dinero o el trabajo no lo centralicen todo.
Ayer no. Ayer sólo se oían las risas de los muchos niños "correteando" por el jardín jugando con el cachorrillo de la casa. Se hablaba de personas que lo han dado todo para ayudar al prójimo y acoger a personas que habían recobrado un futuro. Se hablaba de voluntarios dedicados a crear talleres para la socialización de otros. De proyectos de energías renovables, de cerámica y madera artesanal, y de mercadillos solidarios, todo ello una realidad como vía de integración social. De utópicos-realistas como Pepe Bravo que en vez de "forrarse" con la venta de sus propiedades, las destinaban a acoger a quienes se encontraban en graves dificultades. De compromisos tan fuertes que no dependen de una nómina o de un trabajo, dispuestos a llegar a la huelga de hambre si las injusticias burocráticas de este sistema impedían proseguir este hermoso proyecto.
Imagino que cuando uno anda días sin beber agua y se topa con un oasis con palmeras, la alegría debe ser inmensa. Quizás similar a la que sentimos los que nos vimos tan acogidos ayer. Y no sólo por la maravillosa comida que preparó Milagros para nosotros, el té saharaui, los preciosos detalles para las "mamás", las natillas...Sino porque se respiraba espíritu de comunidad. De dar sin recibir nada a cambio. De compartir por el mero gusto de hacerlo. Y estos oasis vale la pena cuidarlos como si fueran Patrimonio de la Humanidad. Por eso creo que debemos hacerlo los que disfrutamos de oasis así: decidiendo optar por sitios así cuando nos apetezca ir a comer con la familia, o pasar un fin de semana alejados del mundanal ruido, o cuando tengamos que realizar compras para la familia o la empresa, o cuando debamos organizar jornadas, cursos o encuentros para nuestras empresas o entidades. Es sólo cuestión de elegir opciones que permitan subsistir estos oasis, en vez de engrandecer a multinacionales sin corazón. Es momento de apostar por oasis con corazón como esta Casa de Pepe Bravo."

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