Han pasado varios días desde que llegamos de Fifi, y aún hoy me cuesta trabajo asimilar, entender, poder expresar todo lo vivido. Sueño o realidad, pasado o presente, convivencia o compromiso….?. Tal vez haya sido y sea una mezcla de todo.
Rahma, la madre de Kais Yassine, es la presidenta de la asociación “la estrella de Fifi”. Desde esta asociación se pretende promocionar, motivar, impulsar y proteger a mujeres y niños, quizás la parte de la población más desprotegida….que viven en este pueblo de la provincia de Chechauen, al norte de Marruecos.
Desde hace dos años ha estado luchando por crear esta asociación. Finalmente y con grandes esfuerzos lo ha conseguido. Formando parte de la asociación se encuentran vecinos del pueblo, e integrantes del ayuntamiento. Y como sede de la misma: la casa de sus abuelos, que todos sus hermanos han cedido para este fin social. Una casa solariega, donde múltiples habitaciones se disponen alrededor de un patio central de paredes encaladas y construidas con barro y heces de las vacas. Un refugio ideal para las inclemencias del tiempo, porque te ampara tanto del frío como de la calor.
Ha sido nuestro segundo viaje hasta allí, y nos hemos encontrado con un lugar que ha sido nuestra casa, y unas personas que han sido como nuestra familia.
Antes de hacer una invitación pública para formar parte del proyecto queríamos cerciorarnos de la convivencia y los medios que esta asociación tenía a su alcance, para acometer los proyectos que se están planteando.
Y he aquí nuestra sorpresa: Todo el pueblo sumado en esa gran acogida que nos ofrecieron, y esa delicadeza en solicitar la colaboración para poder salir de sus difíciles situaciones. Me emocionó aquella joven que dijo: estos días no los olvidaremos nunca, además nos ayudan a olvidar todos los problemas que tenemos…”. Y puedo asegurar, que esos días fueron una gran fiesta para todos.
Las condiciones: humildes…. pero muy acogedoras, para aquellos que sepan ver. Las personas….. cercanas a la vez que cargadas por esas situaciones personales, pero sobre todo muy ilusionadas porque este proyecto pueda convertirse en un proyecto de esperanza para todos.
El hermano Carlos, como es su costumbre, llevó regalos para todos. Esos regalos se repartieron entre mucha gente, entre ellos una veintena de niños que fue recibiendo un lote de lápices, libros y juguetes. Para nuestra sorpresa los niños eran tremendamente educados… pareciese como si les costara trabajo jugar. Pero finalmente Maika, Gabriel y Miledys consiguieron que todos jugaran entusiasmados. Al llegar a Alozaina y preguntarle a Kaiss por esta actitud que tanto me sorprendió, me respondió que era lo normal, porque la mayoría de esos niños desde los seis años trabajan duro en el campo. Y su vida se reduce a cuidar las vacas, rezar, dormir y comer cuando pueden hacerlo. Se les veía en la carretera a edades muy tempranas con una botella de leche de plástico, para vender el yogurt o leche de sus vacas y poder llevar a sus casas algo de dinero para poder mantenerse.
También quedé impresionada con las cargas de las mujeres. Se las veía en el campo portando en sus espaldas grandes fardos de hierba o leña, que la mayoría de las veces podían representar tres o cuatro veces su tamaño. Fuimos a una cooperativa de chicas jóvenes, que trabajaban tejiendo mandiles con lanas de sus ovejas en ruecas y tejedoras de madera, con las que hacían un trabajo artesanal muy difícil de ver en nuestros días. No querían el duro trabajo del campo…. Pero apenas podían vender lo que fabricaban para poder subsistir. Allí mismo, en su local nos comprometimos a realizar campañas de difusión y promoción entre nuestros amigos y conocidos para que esta visita no fuese un acción aislada en el tiempo, sino la precursora de otras muchas que le vayan dando vida y diversidad a este sorprendente proyecto.
Las comidas que hacíamos a lo largo del día, eran un abanico de exquisitos sabores. Los ingredientes: los mejores, recogidos de un campo virgen ( insecticidas, herbicidas o abonos,,,, ¿Qué era todo aquello?) . Y luego la hermosa costumbre de compartir todos en el mismo plato. Como así compartimos las recetas españolas y marroquí en un taller donde todos aprendimos de todos. Como complemento de esta cocina, un enorme huerto con manantiales de pura agua cristalina para regar todo lo que en él se plante a través de uno de estos proyectos que queremos acometer. Y como señal de la riqueza de esta tierra una alfombra tupida de infinidad de hierbas y flores, y unos frondosos y altos olivos como nunca jamás antes había visto
Como colofón de estos días, nos encontramos con la enorme sorpresa que nos brindó todo el pueblo cuando empezamos a celebrar la boda marroquí de Mayka y Gabriel. Eran novios cuando llegaron a Marruecos, y tras una hermosa ceremonia de demostración, sintieron que habían celebrado su unión.
Y a partir de ahora, un firme y humilde compromiso: el de seguir apoyando y formando parte de este proyecto: “La estrella de Fifi”