Llegaron las aceitunas de este año, y con ellas la nueva ilusión de abrir el molino para empezar con la molienda. Entonces todos los aromas de la aceituna comienzan a inundar el local, con tantas sensaciones… Sin faltar el pan cateto de pueblo calentito e impregnado de este único zumo de aceituna como Pepe Bravo dijo tantísimas veces.
Amigos y conocidos traen orgullosos su aceituna ecológica seleccionada por ordeño para ser molida, y a cambio dejan en nuestra casa la mitad del aceite que finalmente se extrae. Es un trueque de confianza mutua, en donde todos salimos beneficiados por el fruto del olivo.
Jesús, es el molinero, quien limpia las aceitunas, las muele, las prensa, limpia los rondeles de esparto… quien en definitiva saca con esmero y cariño ese aceite único que apuesta por el procedimiento artesanal y antiguo, lejos de la centrifugación y de las temperaturas calientes modernas que quieren alcanzar el mayor rendimiento posible en detrimento del valor auténtico del aceite.
Cómo lo hacemos: una vez limpia la, se introduce la aceituna en la torva de carga y poco a poco se va moliendo, para posteriormente batirla durante varias horas y extraer la pasta. Esta pasta se toma, deposita y extiende sobre esteras o capachos, que se van apilando dirigidos por su oficio central mediante un tubo de acero hasta conformar un píe que puede contener unos 120 kg de pasta. Este pie está colocado en una prensa hidráulica en la que mediante la presión necesaria se produce la separación de los líquidos que contienen la pasta, es decir el aceite y el agua vegetal contenido en la aceituna. Éstos resbalándose por los capachos llegan a un gran plato desde donde se evacuan por una salida hasta los depósitos de decantación hasta completar un nuevo ciclo de unas cuatro horas. En estos depósitos de decantación con el tiempo necesario y sin ningún otro proceso, se consigue la separación definitiva del aceite virgen del resto de los líquidos o alpechín. Finalmente se retira el píe de la prensa y de forma manual y mediante sacudida se va soltando la pasta seca de cada uno de los capachos que luego utilizaremos como materia prima para hacer fuego, y calentar nuestro hogar.
¡TODO UN RITUAL DE NUESTRA CASA EN ESTA ÉPOCA DEL AÑO!